Seguramente conozcas el proyecto de los satélites de Internet Starlink de SpaceX.
El objetivo de Elon Musk es crear una red de alta velocidad que proporcione Internet a todo el mundo. Para ello, se desplegarán 12.000 satélites que irían en un cohete Falcon 9 en órbita terrestre.
12.000 son una cantidad importante. Por poner una referencia, la red GPS tiene 24.
La finalidad, además de hacer llegar Internet a todo el mundo, es conseguir la financiación necesaria para uno de los más ambiciosos proyectos de Musk: una ciudad en Marte.
Internet Starlink genera polémica. Estos satélites (en septiembre 2020 contaba ya con 700) están generando contaminación lumínica en el espacio. Esta contaminación lumínica (ya) está perjudicando el trabajo de astrónomos y astrónomas, y figuras que estudian el Universo.
Por eso Musk está teniendo que renegociar con ellos las bases y principios de la empresa para encontrar un consenso.
¿Por qué comparto esto hoy?
Porque considero que la moraleja de la historia contiene la respuesta a preguntas que toda figura directiva se formula alguna vez en su carrera profesional:
¿Cómo crear un negocio que funcione (bien) para todas las partes integrantes?
¿Cómo generar un impacto positivo sin comprometer los resultados?
¿Cómo generar una empresa exitosa y dejar un legado que nos haga estar orgullosxs?
Pues la moraleja de la historia de Musk es bastante clara: es importante crear estrategias de negocio que pongan al mismo nivel de prioridad:
El qué (se hace, o se consigue), con el cómo (se hace).
Por un 2021 donde los qués sean tan importantes como los cómos.
– Verónica Ferrer, CEO de Pitaya Business.