La eminente psicóloga explicaba con un ejemplo la diferencia entre ser egoísta (selfish) o cuidarse a uno/a mismo/a (self-caring).
Decía: imagina que estás en una mesa con otras dos comensales. Queda un solo trozo de pastel en el plato y tú, sin mediar palabra, lo coges sin preguntar. Eso es egoísmo (selfish).
Ahora, imagina la misma situación, pero tú, en vez de coger el último trozo, lo divides en tres partes iguales y coges tu porción. Eso es self-caring. (Se entiende que sería no self-caring, si dejas pastel para los demás y renuncias a tu parte).
– El self-caring es esencial para tener una vida sostenible y próspera, añadía.
¿Sabes? El término self-caring encaja bien para las empresas.
¿Qué es el self-caring para una empresa? Pues depende. Por ejemplo, para unas será ocuparse de la cultura corporativa, las personas y los equipos; para otras será dedicar el tiempo (adecuado) a la estrategia de negocio; o realizar una transformación digital efectiva; u ocuparse del marketing; o, quizá, evolucionar el modelo de negocio.
Y, ¿para vuestra empresa? ¿Qué es self-caring? Seguro que, como figura directiva, lo tienes claro.
Lo que una se pregunta es:
¿Se le da al self-caring empresarial la prioridad que tiene? ¿Se plantea en las reuniones de socios/as y accionistas? ¿Se defiende frente a empresas inversoras/es? ¿Se le dedica su trozo de pastel en el presupuesto?
Y:
¿Es el self-caring una (a veces obviada) estrategia de negocio efectiva para conseguir objetivos ambiciosos?