15 años después de la Gran Recesión las crisis se propagan más rápidamente aunque más sistemas de seguridad financiera. La economía mundial se sumió en una recesión devastadora, la Gran Crisis financiera de 2008, la más grave desde la Gran Depresión de 1929.
Hace quince años, el mundo presenció un evento que sacudió los cimientos de la economía global: el famoso colapso de Lehman Brothers. El 15 de septiembre de 2008, esta prestigiosa firma financiera estadounidense se declaró en quiebra, desencadenando una crisis financiera que tuvo repercusiones en todo el mundo, España incluida. Desde entonces, las medidas para evitar un colapso similar empezaban a florecer. Pero, ¿suficiente?
En el periodo inmediatamente posterior al colapso de Lehman Brothers, la economía mundial se sumió en una recesión devastadora, la Gran Crisis Financiera de 2008 (la más grave desde la Gran Depresión). El sistema financiero se tambaleaba, el desempleo aumentaba y los gobiernos tuvieron que intervenir con paquetes de rescate masivos para estabilizar la situación. La crisis demostró la necesidad de una regulación más estricta del sector financiero y llevó a la adopción de reformas significativas en muchos países
El sector financiero experimentó cambios significativos con la implementación de normativas más rigurosas, como la Ley Dodd-Frank en los Estados Unidos, que buscaba prevenir el exceso de riesgo y proteger a los consumidores. Sin embargo, en los últimos años, algunas de estas regulaciones se han ido relajando, dando paso a una preocupación compartida entre inversores: el miedo un colapso similar en un futuro no muy lejano.
En la actualidad, la globalización económica continúa avanzando. Las cadenas de suministro cada vez están más interconectadas, y la tecnología no deja de transformar la forma en que hacemos negocios. Como Partner y Directora de Estrategia en Pitaya, lo veo a diario: quince años después, existe una mayor interdependencia entre las economías. ¿Factores a favor? Una mayor seguridad y transparencia en el sistema, además de nuevas oportunidades para el crecimiento económico, permitiendo a las empresas colaborar, expandirse a mercados internacionales y aumentar sus ventas. ¿Factores en contra? Una crisis económica en un país puede propagarse más rápidamente a nivel mundial, como pasó durante y tras la pandemia del COVID-19, cuando los gobiernos tuvieron que implementar medidas de estímulo masivo para evitar una recesión aún más profunda, generando más preocupaciones sobre la sostenibilidad de la deuda.
Recientemente, una encuesta de la CNBC revelaba que el 60% de los inversores ve las ganancias de este año como un simple rebote tras un mercado bajista. Y por si fuera poco, CEOs como el de JPMorgan auguran que “las subidas de tipos no han dicho su última palabra”.
No obstante, la economía global ha experimentado un crecimiento constante en los últimos años, sobre todo, antes de la pandemia. Las tasas de desempleo disminuyeron en muchos países, y se lograron avances en áreas como la tecnología, la salud, la energía renovable y la inversión en infraestructura. En Pitaya, comprendemos que la clave para el éxito no reside tanto en predecir el futuro, sino en estar preparados para afrontar los diferentes escenarios que puedan surgir. Predecir el futuro no te garantiza liderarlo, la adaptación constante a un entorno económico en evolución sí, o al menos, seguir siendo una parte integral de ese futuro cambiante.