Dicen que las personas tenemos de manera intrínseca «la mente del coleccionista».
La mente del coleccionista describe ese no sé qué, que sé yo que, por ejemplo, surge cuando tachamos dos elementos de una lista de cinco items (y nos entran ganas de tacharlos todos). O por ejemplo, si te cuentan que hay trece puertos de montaña míticos en el Pirineo para hacer en bici y llevas ocho (esa parte de ti que querrá hacerlos todos).
Aunque en realidad, y como hablábamos hace un tiempo con un entrenador de deportistas de élite, la clave no es tachar en sí (por ejemplo, un listado de ejercicios físicos).
La clave de la mente del coleccionista es que nos hace experimentar placer cada vez que tachamos un ejercicio de la lista. Esa satisfacción durante el proceso de conseguir algo es esencial: porque solo si se es capaz de disfrutar entrenando, se es capaz de mantener el entreno de manera estricta y, por ende, de conseguir los resultados.
Sé que no es la primera vez que lo oyes. ¿Por qué entonces recuperarlo hoy?
Pues porque como bien sabes a estas alturas, los éxitos en la compañía ocupan un 2% del tiempo, mientras que el rigor, la constancia y las acciones diarias ocupan un 98%.
Y, ese 98%, no solo debe ser agradable para ti como figura estratégica. Si no también debe ser agradable para todas las personas de la compañía. Y, así como ese 2% éxitos no siempre dependen al 100% de la empresa (parece que hoy estoy de porcentajes), hay algo que sí depende de ella y que puede conseguirse a través de una cultura empresarial sólida, sistematización y acciones de comunicación interna:
Hacer que el 98% restante sea un camino de disfrute.
Porque, nos gustará coleccionar tareas y puertos de montaña, claro, pero si estamos en el business es porque además de tener un propósito sólido hay algo que también nos parece interesante coleccionar:
Los buenos resultados.
– Verónica Ferrer, CEO de Pitaya Business.