“La distancia es al amor lo que el viento al fuego: apaga el pequeño, pero aviva el grande.”
– Escribía el autor Chufo Lloréns, especializado en novela histórica, en Mar de fuego.
En la empresa no hablamos de amor (aunque el amor por lo que uno hace suele ser una de las claves de la excelencia y de la sostenibilidad empresarial). Pero sí hablamos de coordinación, conexión, sentimiento de pertenencia y cohesión. O lo que es lo mismo: una sólida cultura empresarial.
La reflexión que radica detrás de la afirmación de Lloréns es que: (a veces) la distancia física puede utilizarse como una herramienta de diagnóstico.
Sabes bien que actualmente las compañías están implementando políticas de home office en menor o mayor medida. Otras, ya lo venían haciendo, por política de empresa o porque son grupos empresariales o multinacionales con sedes y equipos en distintos países.
Cuando el amor es pequeño, la distancia lo apaga. Cuando el amor es grande, la distancia lo aviva.
Por eso la distancia es una buena herramienta para diagnosticar el estado de la cultura corporativa.
Para analizar la cultura corporativa se pueden definir parámetros tangibles. Por ejemplo: cómo se utilizan los softwares de gestión de tareas, ERP, CRM; cómo es el guión de las reuniones internas; qué criterios se tienen en cuenta para la contratación; o qué rituales se implementan en la compañía. Por supuesto, la cultura se refleja también en cada una de las decisiones estratégicas de dirección.
Por eso a veces, cada cuando una vez, consideramos interesante preguntarse:
Si se analiza con atención, la distancia (física) que hay entre los miembros del equipo:
¿está apagando el fuego o lo está avivando?
Decía Samuel J. Palmisano, CEO de IBM: «Smarter is always the answer«.
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– Verónica, CEO en Pitaya Business.