Parece (y de hecho es) obvio.
No es lo mismo desear algo, que tenerlo por objetivo.
“Deseo sentar las bases para que 2022 sea un año exitoso” no es lo mismo que decir que “mi objetivo es sentar las bases para que 2022 sea un año exitoso”.
Pruébalo.
Piensa en algo que en tu cabeza (sea profesional o personal) desees. Ahora, cambia el deseo por objetivo.
¿Qué me dices?
Deseo abre la puerta a pedir, a esperar, a quedarse (un poco) a la merced de lo que suceda. Tiene un componente irracional y emocional.
Cuando transformas un deseo en un objetivo, toma una nueva dimensión. Invita a actuar, a ponerse manos a la obra, a hacer todo lo que sea necesario para conseguirlo. Un objetivo es racional, práctico y tangible.
Deseo como figura directiva tener un equipo a la altura de nuestras proyecciones de futuro vs. Mi objetivo como figura directiva es tener un equipo a la altura de nuestras proyecciones de futuro.
Deseo diversificar en 2022 vs. Mi objetivo es diversificar en 2022.
Deseo que la propiedad apruebe mi plan de negocio para 2022 vs. Mi objetivo es que la propiedad apruebe mi plan de negocio para 2022
Decía al inicio que es obvio (sí) y está claro que si estáis dónde estáis, no es a base de deseos, sino de objetivos. No obstante, considero que interesante recordar esto de vez en cuando, tanto para los objetivos de dirección, como para transmitir a los equipos.
Probablemente, a Mark Zuckerberg, le paso algo parecido cuando, en vez de “desear que Facebook vuelva a estar de moda”, decidió cambiar el nombre de Facebook a META, reconectar con su visión original (conectar personas) y abogar por el concepto «metaverso», una realidad virtual que en un futuro servirá para conectar a las personas de todo el mundo en entornos tridimensionales donde vivir experiencias compartidas.
No es lo mismo desear algo, que tenerlo por objetivo.
– Verónica Ferrer, CEO de la potenciadora de negocio Pitaya